Les contaré con esmero
La historia de un infantil
Un inocente pueril
a quien con justa razón
Le dieron un pescozón
Comenzando el mes de enero.
La mañana primorosa
De aquel primero de enero
Los hombres y las mujeres
Se abrazaban con premura
sus augurios y deseos
deseábanse con finura
Holgura y Buena Ventura
Para el año venidero
Con una frase de antaño
Llegabanse hasta el jardín
jóvenes, viejos, en fin...
multitud de no invitados
saludando y preguntando
la cuestión obligatoria
con gritos y con euforia:
¿Por dónde te agarró el año?
El infantil presenciaba
con desconcierto y esmero
el saludo mañanero
que ineludible escuchaba:
A mí me agarró en el baño,
o en la sala-comedor.
Pues yo me acosté temprano
y mi mujer se durmió.
Me dicen que fulanito
a su casa no llegó
que estaba case la otra
y la cuaima se enteró
y armá de un palo de escoba
por la espalda le cimbró.
Le reventó la cabeza
y la cara le aruñó
sin hablar de la paliza
que a la otra ella le dio.
Dicen que en el hospital
fue que el año lo agarró
La extraña interrogación
obligada en el saludo
no era del todo entendida
en la mente del infante:
¿Será que a los saludantes
del alboroto de anoche
luego de andar en derroche
por calles atiborradas
de alborotos petarderos
y de aquel humo incesante
producto del triqui-traqui,
tumbarrancho o fosforitos,
agarró a los parranderos,
(a todos, no a unos poquitos)
la patrulla policiaca
del orden municipal
y en alguna comandancia
del estatuto legal
a toiticos los metieron
en la cárcel por gritar
y es por eso es que se hacían
la pregunta tan crucial?
El pequeño ensimismado
cautelosa observacion
mantenía una distancia
muy prudente y con razón
pues era de obligatorio
y cumplimiento absoluto
aquel insigne estatuto
suscrito por su paterno:
¡Cuando hay visita en la casa,
pal cuarto, patio o cuaderno!
Y no solamente él
el último de la estirpe
también sus demás hermanos
evidentemente insanos
se hallaban muy recelosos
(diría mas bien envidiosos)
pues conocían que algún día
Inocente y pequeñín
este sin duda sería
orgullo de Maturín
Prudentemente alejados del bullicio visitante
siendo testigos distantes de inusual algarabía
lo que en mente cochambrosa, que pena, nadie lo haría,
estos dos confabularon para afligir al infante
Cual villanos de novela restregándose las manos
y con macabra sonrisa se unieron los dos hermanos.
Mirando a aquel dulce niño de inocencia concebida
Le llamaron a su lado (cosa nunca acontecida)
a fin de hacerle un encargo ¡Que mente tan carcomida!
Oye hermanito
Como te va
Escucha esto
Te va a gustá
¿Ya tu le dites
A mi papá
el feliz año'e
verdá-verdá
Todos nosotros
lo hicimos ya
igual lo hicimos
en navidá
pero tu en cambio
¡qué va, que va!
de segurito
no hicites na.
Ni a papaíto
ni a mi mamá.
Pues tu tranquilo
nosotros ya
tenemos todo
resuelto ya.
Para la oreja
Óyelo ya
Tu se lo dices
a mi papá
hazlo bien duro
pero hazlo ya
yo te aseguro
le agradará.
Al infante iluso bien le parecía
que en aquel detalle ningún mal había
él no conoció sino hasta aquel día
lo que en año nuevo todo el mundo hacía
darse de besitos abrazos y todo
y contarse el chisme de cuanto ocurría.
Era un verso extraño que no comprendió
y el tierno niñito lo memorizó
había una palabra que allí repitió
y la cual él nunca jamás escuchó.
Enseñarle a un niño de plena dulzura
tamaña palabra de ofensiva y dura...
Que maldad tan grande que crueldad vil
eso que fraguaron el Obed y el Nill.
El niño se acerca
a su progenitor
que animado hablaba
con Juan (El Pastor).
Incumpliendo reglas
de anterior mención
el pequeño infante
sonreído llegó
los brazos abiertos
en noble expresión
tal como cristiano
en crucifixión.
He allí nuestro infante sin malicia expresa
La rima enseñada… ¡Vaya que sorpresa!
Entiendo a mi padre… que consternación
y pregunto ahora en propia inflexión
si yo hubiese actuado igual o peor
Y les aseguro que hubiera sido “peor”
¿Qué pasa con los padres
que pasa que cuestión
a un niño chiquitico
le pegan ¡con razón!
Le pegan y regañan,
largan un pescozón
regañan y de nuevo
y dan un coscorrón
según pa’ que sea hombre,
pa' que no sea llorón
¿qué pasa con los padres
que pasa? ¡no hay razón!
¡Se acuesta y se me calla!
Rugiendo como león
le gritan al muchacho
pellizco y empujón
Y cuando ya en el cuarto
Y ya calmo el dolor
entran ellos de nuevo
y revive la acción
comienza el otro round...
y un nuevo pescozón.
El acontecimiento que seguido relato
Lo miro con recelo como cuento barato
Sin mediación ninguna un reflejo sin ton
Sin aviso sin nada que advirtiera la acción
con fulminante impacto en mi rostro mocil
concluyó la ocurrencia del Obed y del Nill.
Me dolió mucho el golpe me dolió si señor,
Los templones de orejas que Ña Fina me dió.
Pero hubo una cosa, la que mas me dolió
Fue ver a mis hermanos riendo sin parar
Riendo a carcajadas y hasta el piso rodar
por el inmenso chasco que acababa de dar
No lloré ni hice nada por lo cual merecer
Otro impacto de izquierda de derecho al revés
no entendí que mal hice para yo merecer
ni cual fue mi pecado por el cual fenecer
no comprendi el castigo de sufrir un dia entero
acostado sin sueño un primero de enero.
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