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El Lápiz


Mañana lluviosa de tardío pasar

sin poder al patio salir a jugar

y completas todas faenas del hogar

era imperativo ponerse a estudiar

pues no se acostumbra bañarse en la lluvia

porque es por las tardes esa actividad

que la hacían los niños de la vecindad.


El silencio en casa es aturdidor

no había ruido alguno por alrededor

ahí no se escuchaba ni un ventilador

solo se escuchaba muy de vez en cuando

de Singer, la máquina de pedal andando

cuando nuestra Doña Fina con tela y ojal

alfiler, tijera, hojilla y dedal

y también el hilo (casi iba olvidar)

cosía pa' la calle a fin de ayudar

y la quincenita poder completar

pa ‘en la bodeguita de Fermín comprar

queso, leche, azúcar café y hasta pan.


Cada uno se acomoda según predilección

Donde mas le agrade hacer su lección

Alguno en el piso, alguno el colchón

A otro la mesa, el cuarto o resquicio 

En fin… dondequiera le indicara el juicio.


Por mi parte siempre

yo fundamentoso

elegí mi sitio

más que presuroso.

En una mesita

de esas auxiliares

extendí mis bulto

con mis materiales:

un librito, un lápiz, 

cuaderno de apuntes,

borrador gastado

mordido y chupado

de esos que se ponen

en el lapicito

si al lápiz le gastas

su borradorcito.

¿Colores? ¡Ni en sueños¡

Eso era de pocos

aunque había una caja

yo no era su dueño

porque eran de "otro"

fulano  risueño

al cual no menciono

por inconveniente

pues era un artista

de fama emergente.


No tenía mas nada

en aquel bultillo

salvo de un pitico

que había en un bolsillo

un pito pequeño

rojo y amarillo.


Era recurrente la misma pregunta:

¿Por qué no tenía nunca un sacapuntas?

Yo quería uno fino de esos que salieron

con dos orificios, con dos agujeros

era pues mi anhelo mi sueño de niño

de esos que venían hechos de aluminio


Porque había en la casa un bicho redondo

que tenía Campito guindado en fondo

pero fué tan alto que lo clavó él

quec cuando la punta de mi lápiz roma

ya no me escribía ni punto ni coma

menester la punta afilar quisiera

en un taburete tendría que montar

y allí en equilibrio al bicho accionar

pues yo no alcanzaba dada mi estatura

del bicho en lo alto; pobre criatura.



Trasladé la mesa convenientemente

Frente a una ventana lugar prominente

Allí ocupaba lugar preferente

Un enorme radio con luces enfrente.


Era mi costumbre esa locación

Pues todos conocen mi predilección:

La música culta, el jazz o el big band

Opera conciertos, corales y mas.

Nunca bagatelas guarachas o sones

como los de ahora son los  reggaetones.


Recuerdo a mi padre cuando atardecía

encender su radio sin algarabía

girar la conmuta y mover el dial

y sintonizar Radio Transmundial.

allí el escuchaba programas de clase

estudios, mensajes, músicas y citas

él las escuchaba muy de mañanita

o ya en el crepúsculo, en el arrebol

cuando por las tardes se ocultaba el sol.


De manera entonces tuve por costumbre

Acercarme al radio para yo estudiar

Y aun lo repito de adulto, de hombre 

para esparcimiento, para laborar.


Pero en aquel día lluvioso, repito

Tal vez un feriado o un sábado fue,

sabiendo mi hermano mi poca paciencia

con impertinencia se presentó, pues.


Me ocupó mi sitio 

y tiró mis cosas

y apurado puso 

toditas las de él

tiró mi librito, 

mi lapi, el pitico,

mi bulto y mi borra 

y se sentó él.


En el taburete que yo había buscado

que estaba en el patio bajo el chaparrón

me dejo en el suelo llorando y mojado

¿Se fijan ustedes mi gran frustración?


Y allí me encontraba muy acongojado

Le dije a mi madre lo que sucedió

Y ella como siempre muy parcializada

miro pa otro lado y ni me paró.


La rabia contuve me armé de paciencia

dispúseme todas mis cosas cambiar

a un lugar tranquilo a un lejano sitio

en donde mis penas pudiera llorar

el despojo cruel, y usurpa consuma,

abusiva franca y cruel expropiación

de que fuera objeto mi noble hidalguía

por mi propio hermano allá en aquel día.


El destino quiso por si o por azar

que en la mente sabia de la madre mía

determinaciones había de tomar

decreta un edicto cual salomonía

para que ambas partes pudieran estar.


¡Esa mesa es grande

esa mesa es buena

tiene cuatro patas

y lados también;

Cajlo, de un costado

“Mi Blanco” del otro

y los materiales 

acomoden bien!

¿Y dónde me siento?

Ese es tu problema

Búscate otro asiento

En cualquier lugar

que si yo me paro

de aquí de esta silla

pues de las costillas

te los via’sacar.

Y eso es para ahorita

Eso es rapidito

porque si a Campito

Le cuento esto yo

otro será el cuento

otro el lloraíto

y otra la paliza

que habrá pa los dos.


Y punto y aparte no punto y seguido

y la escaramuza allí terminó

No me arriesgaría, mi hermano tampoco 

tras mención paterna al certero invoco.


Al rato venía con frio y remojao

porque al aguacero no se le veía fin

es que en ese pueblo si es de llover, llueve

así son las cosas allá en Maturín.


A regañadientes bien fruncido el ceño

Y bajo amenaza de la autoridad

ocupé mi puesto no con mucho empeño

Ya el mal se había hecho y dije: ¡Ya está!


Ya casi olvidaba aquel trago amargo

muy entretenido con la asignación

disfrutaba un cuento mas corto que largo

de una aventurita de un perro y león.

Cuando de repente la música cambia

De Mozart a Billo’s y el Merecumbé

Yo di un sobresalto en el taburete

Rabadilla al suelo fue que terminé.


No aguanté la ira que Dios me perdone

pero que igualmente lo perdone a el

y armado de un lápiz recién afilado

para amedrentarle le blandí ante él.

Mas eso fue inútil miren que ironía

Sus gestos burlescos logró exponenciar

mas gestos mas burlas oh, desgracia mia

Y todo silente, mudo sin hablar.

Mi madre cercana no advertía el asunto

Que se suscitaba a su alrededor

Mas si yo acusaba al cruel y presunto

De seguro yo quedaría mas peor


Fue así como entonces, justicia divina,

que empuñé mi lápiz y me abalancé

y haciendo gran gala puntería muy fina

encima el cachete yo se lo clavé.


El nunca esperaba mi reacción violenta

yo nunca había visto su lado burlón

pero era tan grande tan fuerte mi enojo

que con aquel lápiz casi larga el ojo.

Desde ese momento si un lápiz afilo

El muy condenado se queda tranquilo



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